Los tres grados del termómetro son
insuficientes para frenar a un biker
cuando se trata de mandar un abrazo de cariño. Y no uno, sino cientos,
aguardaban hoy su momento en la plaza de Berriz.
El “Agurra” marcaba el final de un minuto de
silencio que llegaba a lo más profundo del estomago, un nudo que generaba un
gran vacío.
Tras un multitudinario aplauso para el mejor biker que han conocido los montes de
Euskadi, comenzaba la marcha de Berriz. Con un trazado que el propio Iñaki
había diseñado y que recientemente había terminado de marcar con la
colaboración de su padre Ismael.
Cientos de bikers rodaban sobre el manto de nieve en las cumbres de Oiz, a
pies de los gigantes vigías, que durante años sirvieron como guardianes de un
muchacho que un día soñó con la bicicleta de montaña, un muchacho que nos hizo
soñar a muchos.
Un trazado hecho a medida, con los que tantas
veces soñamos y que tan solo un gran amante de la BTT puede diseñar. Preciosos
senderos que introducían a los bikers
en un monte oscuro que parecía sacado de una película de brujas, haciéndoles
olvidar cualquier sensación de frio y marcando una sonrisa en sus caras. Sin
duda, Iñaki había puesto todo su corazón para ofrecer un año más a sus amigos
el mejor trazado sobre las laderas del monte Oiz.
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